Y ella, aún con lágrimas en los ojos, seguía caminando. Se arrepentía de ver lo que había visto.
"No llores..." se lo repetía una y otra vez.
Ella pasaba con rapidez entre la gente sin levantar la mirada, quería llegar lo más lejos posible.
Las lágrimas comenzaron a derramarse sobre sus mejillas y empezó a bajar de velocidad.
"Se suponía que ya no te importaba..."