miércoles, 18 de marzo de 2015

Solía tener el cabello largo...

Desde que era pequeña, me acuerdo de haber tenido el cabello largo.
Recuerdo que siempre lo cepillé con cuidado y con el debido tiempo, lo trataba como si fuera el de una muñeca de porcelana.

Mi madre solía hacerlo también, y casi todos los día me amarraba un listón para que los mechones de cabello no me cubrieran la cara. Rara vez lo recogía.

Cada verano, lo recortaba para que las partes maltratadas desaparecieran. Aún así, no dejaba de tenerlo largo.

Los días ventosos eran mis días preferidos, ya que sentía como cada cabello salía volando a diferentes direcciones, y al llegar a casa y mirarme al espejo, veía el hermoso desastre que se había creado.

Me traía algunos incovenientes, como el que se metiera en mi comida por accidente o el que llenara la ducha con algunos que se desprendían. Pero amaba mi cabello, mi parte favorita de mí.


Todo terminó cuando llegó ese día y esas memorias que habitaban cada cabello, se perdieron al caer ellos en el suelo.

 
Solía tener el cabello largo.